La Habana, (PL) Un impresionante sistema
de anillos tiene Saturno, el sexto planeta de nuestro sistema solar,
cuyo brillo es de tal magnitud que puede ser visible desde la Tierra.
En su mayoría, esos aros son trozos de hielo de agua que varían en
tamaño desde granos de polvo microscópicos hasta cantos rodados de
varios metros de ancho, según los expertos.
Un fenómeno que
preocupa y ocupa a la comunidad internacional es el referido a la
desaparición de estos, los cuales se encuentran a más de 280 mil
kilómetros del segundo cuerpo celeste en tamaño y masa después de
Júpiter.
Los expertos de la Administración Nacional de la
Aeronáutica y del Espacio (NASA), de Estados Unidos, señalan que una
lluvia polvorienta de más de 10 mil kilogramos de material provenientes
de los anillos cae sobre Saturno cada segundo.
En ese hecho incide un bombardeo constante de luz ultravioleta (UV) del Sol y pequeños meteoros, apuntaron.
Según explicaron, cuando suceden esos encontronazos, las partículas de
hielo se vaporizan, creando moléculas de agua cargadas que son
capturadas por el campo magnético de Saturno y caen sobre él, quemándose
en la atmósfera.
Al decir de James O'Donoghue, del Centro de
Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland (Estados
Unidos), esta 'lluvia de anillos' lleva una cantidad de agua que podría
llenar una piscina de tamaño olímpico en media hora.
Para los
estudiosos de la agencia espacial estadounidense, si cada segundo
representa la pérdida de alrededor de tonelada y media de hielo de agua,
los anillos desaparecerán por completo en 300 millones de años.
Sin embargo, la sonda no tripulada Cassini ofreció un diagnóstico
diferente antes de entrar en el campo gravitacional de Saturno para
siempre en 2017. La nave encontró que la carga que caía hacia la
superficie del planeta era mucho más pesada de lo previsto.
Esa
realidad propició que los científicos realizaran otro cálculo. Según su
tesis, en vez de 300, les quedaban únicamente 100 millones de años de
vida.
Aunque el segundo planeta en tamaño y masa después de
Júpiter, con más de cuatro mil años de existencia, es reconocido por el
brillo que emanan sus anillos, lo cierto es que nacieron después del
nacimiento del planeta, hace 4.5 billones de años.
Los
astrónomos estiman que, desde la formación del cuerpo celeste, esas
espectaculares argollas, no son tan 'viejas', pues sólo han existido por
un periodo de 100 a 200 millones de años.
ALGUNOS PORMENORES DE LOS ANILLOS
El
primero en observar los anillos de Saturno fue Galileo en 1610, pero la
baja inclinación de los mismos y la insuficiente resolución de su
telescopio le hicieron pensar en un principio que se trataba de grandes
lunas.
Con mejores medios de observación, Christian Huygens los pudo observar con claridad en 1659.
Sin embargo, James Clerk Maxwell demostró matemáticamente en 1859 que
los anillos no podían ser un único objeto sólido sino que debían ser la
agrupación de millones de partículas de menor tamaño, las cuales giran a
una velocidad de 48 mil kilómetros por hora (km/h), 15 veces más rápido
que una bala.
El cuerpo principal del sistema de anillos de
Saturno incluye las brillantes argollas A y B, de escasa opacidad. Hay
una distancia entre una y otra de cuatro mil 800 kilómetros: la división
de Cassini, región relativamente transparente, aunque no vacía en
absoluto.
A esa relación se une el anillo C, más débil y menos
opaco, que queda dentro del borde interior del B. Tiene un grado de
opacidad comparable al de la división de Cassini. El todavía más débil
anillo D queda dentro del C.
Las instantáneas con alta
resolución, tomadas por las sondas espaciales Voyager y Cassini,
aportaron la existencia de tres aros muy pálidos: E, F y G, que quedan
fuera del A. Sin embargo, los principales, según los especialistas, son
A, B y C, que miden unos 275 mil kilómetros de anchura anular.
UNA INCOGNITA DESPEJADA POR LOS ANILLOS
Muchas
son las expectativas por conocer la duración de un día en Saturno, y
esa pregunta se encargaron de responderla los anillos.
Teniendo
en cuenta el campo magnético, la misión Voyager en 1981 señaló que el
día en Saturno duraba 10 horas con 39 minutos y 23 segundos. Sin
embargo, no eran unos datos exactos, ya que Cassini comprobó que se
obtenían resultados aproximados de entre las 10:36 y las 10:48 horas,
pero no con exactitud.
Una investigación liderada por
Christopher Mankovich, estudiante graduado en Astronomía y Astrofísica
en la Universidad de California, señala que el problema del planeta es
que no tiene una superficie sólida con puntos de referencia para mirar
directamente cómo da una vuelta.
Por eso, utilizando otros
factores, además del campo magnético, el equipo determinó que el tiempo
que utiliza Saturno en un recorrido sobre sí mismo es de 10 horas, 33
minutos y 38 segundos.
Los investigadores usaron ondas en los
anillos para mirar dentro del interior de Saturno, y sacaron esta
característica fundamental del planeta, por lo que es un resultado
realmente sólido, afirmó la responsable del proyecto Cassini, Linda
Spilker, en un comunicado divulgado por la NASA.